MEGUSTATUESTILO

martes, 5 de diciembre de 2006

EL HOMBRE FANTASMA

Siempre me has acompañado. Desde que tengo conciencia y desde que no la tengo. Siempre. Nacimos juntos, desaparecimos juntos. Es el fatalismo de las unidades entrelazadas, es su catástrofe. Y hemos sido fieles, como la piel a la carne, o como el aire es fiel al aire. Y para que pudiera tocarte te has ido encarnando en otros cuerpos, poseyéndolos desde dentro.

Y has tenido muchas caras, pero te he reconocido siempre. Nunca has podido ocultarte, nunca. Todos tus disfraces fueron burlados por mi deseo, también el disfraz de carne y hueso, también ese disfraz.

Te deslizaste en el cuerpo de mi primo, hace ya algún tiempo. Luego te fuiste al cuerpo de un niño gitano que comía peces vivos. Y luego poseíste a mi primer novio, y al segundo, y al tercero.

Era fácil hallarte. Tu duende te delataba. Y yo necesitaba soñar contigo, sobre todo antes de los dieciocho años.

Y tú necesitabas que mi deseo te siguiera alimentando. Y llegabas, un poco antes del sueño, anunciándolo y negándolo. Llegabas siempre, desde entonces hemos hecho tantas cosas… Hasta hicimos un niño de verdad. ¿No es asombroso?

Y aunque has tenido muchos nombres, y muchas pieles, yo siempre acabo descubriendo tu rostro tras la nueva cara, y, al descubrirlo, compadezco a las que ignoran que el amor es incorpóreo y a la vez corpóreo. Y tiene y no tiene rostro. Pero tiene siempre fondo, un fondo insospechado y a la vez muy sospechable.

Un fondo de carne y un fondo de silencio. Y yo lo entiendo, y tú me entiendes. Por eso llegas siempre cuando mi piel recuerda, cuando mi mente siente. Por eso llego siempre cuando tu mente siente y tu piel recuerda.