MEGUSTATUESTILO

domingo, 17 de septiembre de 2006

Hoy me siento a escribirte, con millones de cosas que contarte pero sin encontrar la forma de hacerlo, quizás por que, me siento bien y ante tal sentimiento es difícil sentarse a escribir, será que son pocos los momentos y me gusta disfrutar de ellos, sintiéndolos en cada célula. He escrito muchas cosas en mi vida, a veces pienso que demasiadas y que agoté la fuente de mi inspiración, quiero escribirte algo hermoso, pero no puedo evitar mirar por el rabillo del ojo y sentir que me plagio a mi misma escribiendo cartas a demasiadas columnas de humo, que con cada letra se desvanecen. Siempre me ha gustado escribir, más que lo que te pueda parecer a simple vista, para mi ha sido desde el primer momento, no un hobby o una preferencia artística, sino una pura necesidad, necesidad de vestir de alguna forma esas palabras que quiero expresar y que no encuentro forma de que salgan de mi boca. Quizás intento describir un beso sincero, pero no se puede describir, tan solo dar. Quizás intento describir la línea del amanecer, cuando el sol y la luna se miran cara a cara y se prometen de nuevo fidelidad, pero eso solo puede contemplarse. Quizás intento ofrecer algo, pero eso solo puede ser cuando se intuye que alguien necesita algo de ti. A veces, escribir un cuento para niños te hace sentir niño, quizás por que nunca dejaste de serlo, a veces escribir un relato de terror te hace revivir tus pesadillas, a veces una carta de amor te enfrenta a tus carencias mas intimas o, a la postre, a todos los deseos y sueños de tu corazón... a esa ambición del alma de la que hablan los antiguos, y que nos empuja a veces a abandonarlo todo por tan solo una mirada de alguien.

Escribir puede ser un tormento, por que siempre pensamos si alguien alguna vez lo leerá, si merecerá la pena lanzar gritos al cielo para que queden mudos por el viento.

Como Cyrano, yo también siento ese extraño privilegio divino a la hora de escribir, convirtiendo al papel en mi propia mascara, y haciendo de amante a escondidas mientras otro se asume el mérito.

Si, sentarse hoy a escribirte es una difícil tarea, en mi cabeza bailan demasiadas ideas, dudas, miedos, temores, esperanzas, pequeñas alegrías y, en fin, una multitud de duendecillos pertenecientes todos a bosques diferentes y a lenguas iguales de distantes. Mi mayor temor es dejarme llevar, y débilmente aguanto, con cadenas de papel, eso si, muy precavidas, lo que mi corazón ansía o busca. Dicen que no puedo vivir si no es enamorada, dicen de mi que tiendo a convertirlo todo en un pasaje de Shakespeare con algunas gotas de comedia americana, dicen de mi que continuamente meto la pata, vaya... incluso dicen de mi que no se vivir sola, pero sabes, no me importa, en el fondo, a pesar de todo lo que sienta, nunca estaré sola, siempre habrá alguna fantasía que acompañe mis manos y me haga plasmarlas en el papel, quizás nadie las lea, pero al menos podré sentirme orgullosa de haber sido madre de esas letras. Eso es mucho sin duda, al menos más que quedarme quieta viendo dar vueltas a mi reloj... que por cierto, ahora no llevo.

No se que decirte hoy, solo que hoy te eché de menos, pero… bueno, llevo haciéndolo toda mi vida, así que un días mas no importa demasiado, je, sonrío, quizás por que me gusta sonreír o quizás por que imagino tu cara leyendo este gatuperio de palabras prácticamente incoherentes y llenas de egocentrismo barato, y puede que hayas sonreído en algún momento (por la razón que sea)... dos sonrisas ya merecen la pena, más aun si a pesar de la distancia en el tiempo o en la lejanía, tengan una carta como vínculo entre ellas.